22 nov 2016

El Pensamiento Humanista en Simón Bolívar, Simón Rodríguez y José Martí.

Pensamiento humanista de Simon Bolivar.
El Humanismo es un termino que se utiliza comúnmente para indicar  toda tendencia de pensamiento que afirme la centralidad, el valor, la dignidad del ser humano, o que muestre una preocupación o interés primario por la vida y la posicion del ser humano en el mundo. El humanismo plantea transformar la practica de la representatividad, dando la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos.

El humanismo Bolivariano es socialista por que plantea una ruptura epistemológica con toda expresión de las sociedades basadas en la explotación y promueve la instauración de un sistema libre de toda forma de alienación y desigualdad social.

El socialismo es el sistema que coloca lo humano por encima del capital; es, según el Amauta peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un inmenso ideal humano”. Es humanista por cuanto su preocupación y razón de ser es el hombre y su desarrollo integral con equidad, participación democrática y realización personal. Abre una variedad de temas de fundamental importancia como: Reivindicación del papel del hombre, del indigenismo, de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario, para que este importante conglomerado social, pueda alcanzar sus derechos humanos, respeto político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto a sus costumbres, lengua, territorio, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia y un importante paso hacia la integración nacional. También incluye el humanismo bolivariano la reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados por la lógica inclemente del capital. La democratización de la comunicación mediante las radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, es parte importante de esta humanización y abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión de lo político-social para el hombre común.

Si bien en Simón Bolívar podemos encontrar un pensamiento ético consagrado en la aspiración de la independencia y la libertad continental, no es éste precisamente un sistema de normas y principios coherentemente fundamentado y articulado es sencillamente un torrente de ideas que van emanando en sus escritos y discurso y que fueron madurando en su vida cotidiana dejando para la posteridad lecciones morales concretas que lo ha inmortalizado para siempre.
Nuestro Libertador consideraba la justicia como la virtud esencial, siendo ésta el establecimiento de un nuevo orden que ha de tener en su base el reconocimiento de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, la oportunidad y la condición externa para una buena vida.

Bolívar sugería una educación revolucionaria; una educación para el futuro de Venezuela. No tenía como propósito el mantener una situación existente, sino que pretendía una transformación en forma radical. Se educaría con el objetivo de construir la noción de patria americana y no para mantener la idea de España como patria; no se buscaría el conservar una estructura político administrativa caduca, sino justamente, para destruirla y construir una adecuada; no para la idea de una ficticia paz y armonía. Buscó innovaciones en Educación Superior, en formar escuelas donde las niñas pudieran formarse al igual que los varones, buscó la promoción de la educación popular, de la integración social en las escuelas y hasta llegó a enviar becarios a Europa.

El análisis del pensamiento de Bolívar nos conduce a comprender, que es la herramienta elemental para la liberación definitiva de los pueblos latinoamericanos, ya que representa una expresión formada al calor de los magnos principios éticos y morales que el Libertador fue construyendo en cada una de sus experiencias, que en los diferentes conflictos y escenarios pudo enfrentar dentro de la realidad continental, que hoy se perfila como una inminente solución a los gravísimos males causados por el capitalismo salvaje que avasalla a los pueblos más pobres del mundo, expoliando sus riquezas y alienando sus culturas. Hoy más que nunca este pensamiento libertario y humanista, representa para los venezolanos y latinoamericanos el verdadero estandarte, de la liberación de los explotados y oprimidos y, la dignidad de los pueblos, que debemos enarbolar y hacer tremolar con orgullo y abnegación sublime, en los aires del ambiente de la revolución que nos conduce hacia el socialismo, en la que el pueblo ha sido protagonista y que debe seguir protagonizando con patriótico sentimiento hasta lograr la victoria final.

Es de considerar que en tiempos de revolución, es imposible desconocer el espíritu integracionista de Simón Bolívar, que en su contexto liberador, humanista e integrador de los pueblos latinoamericanos, explotados y oprimidos por el Imperio Español, en aquel tiempo, y hoy, en franca lucha por deshacernos de las garras imperiales de los jerarcas  del gobierno Norteamericano, promotor empecinado del capitalismo salvaje, que ha impuesto el colonialismo neoliberal donde se expresa la barbarie, el saqueo, la muerte, la destrucción, el hambre y la miseria, en el mundo a través de cruentas guerras, que fomenta el Imperio.

Pensamiento humanista de Simón Rodríguez
Para él Educación debe tener una función vital y social-humanista, donde se respeten los deberes y derechos de todos los seres humanos. Rodríguez proponía educación para todos: para los pardos, para los pobres; también una educación para preparar artesanos y hombres útiles, es decir, humanizar a las personas mediante la educación para que puedan vivir dignamente. Buscaba una educación holista que preparara a las personas para la vida y de ese modo poder cambiar su situación social, moral, humana.

Es importante resaltar que el contexto, social, cultural, político, económico, ideológico y humanista que le correspondió accionar a Simón Rodríguez, era sin duda alguna adversa a un pensamiento liberador, al concepto de igualdad, educación general, al pensamiento crítico, creador. Le correspondió vivir en sociedades que pretendían ser estáticas.

Rodríguez quería que la educación, en Venezuela y América, se impartiera con calidad, en torno al desarrollo personal de los individuos, su capacidad de comprender y analizar la sociedad en la que viven, su desarrollo humano y personal en el contexto del desarrollo social y comunitario inspirado en principios y valores como la igualdad, la equidad, libertad, emancipación social y humana. Una educación que permita a cada uno desarrollar a plenitud sus talentos y construirse como persona y ciudadano solidario y productivo. Que le enseñe a ser, a convivir, a aprender y a trabajar. En fin, una educación que le enseñe a cada individuo crecer y desarrollarse como persona y a preocuparse por su entorno social, que le enseñe los valores y principios de su sociedad. Formar individuos que enfrenten al mundo valiéndose de sus destrezas y habilidades. Formar personas pensantes que no se valgan solo de la memoria y por último que se les enseñe a trabajar y a valorar su trabajo. Es partidario de combinar la educación con el trabajo, promoviendo la creación de escuelas técnicas y agrícolas, que posibiliten formar recursos humanos que sean capaces de “colonizar el continente con sus propios habitantes” para evitar así la emigración indiscriminada del exterior, especialmente de Europa.

Pensamiento humanista de José Martí
“Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma,¾espíritus y cuerpos”, escribió Martí en un apunte sin fecha. No sabemos si persistió en esta idea, pero es constante en toda su obra una concepción de la Naturaleza como realidad, por así decirlo, magistral. En ella está la inspiración, el ejemplo, la sabiduría, lo cual sólo es posible si, como dice el apunte, ella incluye tanto “el misterioso mundo íntimo” como “el maravilloso mundo externo” y si “la naturaleza observable es la única fuente filosófica”.  El verso óptimo será “el verso natural”.  La religión futura, la religión “natural”,  de la que por cierto también hablara San Pablo (Romanos, 2, 14-16). Siendo así, el humanismo martiano resulta una especie original de “naturalismo” en cuanto la Naturaleza es su paradigma. Una Naturaleza integradora de lo visible y lo invisible, en que “todo, como el diamante, / antes que luz es carbón”,  en que la armonía, la justicia y la belleza son hijas del sacrificio, idea madre de su humanismo y de su poesía, la de sus versos y la de su acción histórica.

Su humanismo “natural” es, simultáneamente, un humanismo “a lo divino”. Este humanismo es el que está en el Evangelio. La humanidad de Dios se llama Jesucristo. Por eso Martí dijo ser “pura y simplemente cristiano”, entendiendo por ello el sufrimiento redentor: dar su sangre “por la sangre de los demás”.  Pero tiene también una visión humanista de la naturaleza física, porque desde temprano (antes de leer a Emerson, ya desde su periodismo mexicano) percibió la analogía entre los hechos físicos y los que llamó “hechos del espíritu”,  y porque, como se verifica en sus últimos Diarios, la naturaleza patria que lo recibía en el combate redentor, llegó a ser para él un libro tan abierto, sabio y elocuente como piadoso.

Volviendo a lo que podemos llamar el humanismo europeo de Martí, en cuanto a incorporación y disfrute, se pone de manifiesto en textos como su elogio de Cecilio Acosta, donde revela un enciclopedismo a la altura del prócer venezolano. En años de helenismos ornamentales, a propósito de la poesía de Francisco Sellén, puso el acento en lo griego  esencial; y si repasamos su olvidada traducción juvenil de Anacreonte sentiremos el sabor de un vino que no supieron destilar en español, respetando el zumo primigenio, ni Meléndez Valdés ni… Quevedo. Del tránsito de la Edad Media al Renacimiento su figura tutelar fue Dante, que ilumina sus Versos libres y todo lo secretamente auroral de su prosa mayor, desde el “Prólogo a El poema del Niágara” de Juan Antonio Pérez Bonalde. Lo que él retiene de la herencia humanística europea es lo que puede continuar y crecer en América: el Eros universal, la integración de lo dionisíaco y lo apolíneo, las semillas de libertad. Lo que rechaza es la retórica, la preceptiva, el neoclasicismo.

Durante toda su vida Martí libró una tenaz batalla íntima y pública contra el odio. Como todas sus convicciones, esta de la necesidad de combatir el odio se movió en dos planos conexos: el de la espiritualidad de la conducta y el de la eficacia política. Su primera y definitiva victoria sobre el odio la obtuvo en el presidio político, donde descubrió que la “reacción” del odio, por legítimo que sea, es una forma profunda de esclavitud, una ganancia del enemigo, un lastre para la verdadera “acción” revolucionaria, que debe partir de una raíz de libertad interior. Allí comprendió que también los flageladores de las canteras de San Lázaro, en cuantas víctimas inconscientes de un sistema embrutecedor, merecían piedad. Comparando a aquellos esbirros con sus propios padres y con las virtudes del “sobrio y espiritual pueblo de España”,  distinguió nítidamente entre el régimen colonial y el pueblo español. De ahí surgió la concepción de la guerra sin odio,  porque, además, el odio “no construye”, su obra es siempre “reaccionaria”, los que odian “son la ralea”, hay que aprender a “domar el odio”.  Dos hechos le daban la razón en la historia inmediata: el odio a España, la hispanofobia, había nutrido subjetivamente el anexionismo, en la isla y en la emigración; las animadversiones internas entre los regionalismos, entre militaristas y civilistas, entre los jefes, entre aldamistas y quesadistas, habían minado desde adentro la guerra del 68. Pero lo que Martí llamó la “fórmula del amor triunfante”,  va mucho más allá de una rectificación o superación política. Se trata de un amor cognoscitivo (“el amor es quien ve”)  y del amor como sol de la vida, el que hay que conquistar, no solo políticamente, “con todos, y para el bien de todos”.

La aspiración a una cultura o una religión que las integre todas resulta evidente en Martí, pero sin nada que ver con la globalización sin rostro que hoy nos amenaza. Ni siquiera en la estrategia política de la América del Sur frente a la del Norte, y aunque ello implicara disentir de una tesis bolivariana, fue partidario Martí de sacrificar el “ansia del gobierno local y con la gente de la casa propia”.  Perder la individualidad de las culturas sería perder la cultura misma. En “La Exposición de París” vio algo más que un espectáculo vistoso, sintió y nos hace sentir una visión profética de la fraternidad, de la armonía de los pueblos del mundo, cada uno con sus modos nacidos de sí propio. No la globalización sino la coralidad de las culturas. En cuanto a lo que muchas veces llamó “la religión venidera”, partiendo del hecho de que todas las religiones, por reveladas que sean para sus fieles, se manifiestan y actúan en la historia, la concibió como aquel punto futuro en que el hombre llegue a ser capaz de ir a lo esencial e innato de su apetencia trascendente. Esa religión venidera, sin perder la pluralidad de sus manifestaciones culturales, saldaría sus deudas con la razón y con la libertad: una “razón nueva”, tan rigurosa como abierta a lo desconocido, negada a convertirse en el renovado fanatismo de una ciencia dogmática y amoral; una libertad cuyos límites estuvieran únicamente en el respeto a “la dignidad plena del hombre”.  No presenta Martí estas ideas como utopías, ni siquiera como esperanzas realizables, sino como resultado de las leyes del espíritu y la historia. Su inspiración, diríamos hoy, tercermundista, está limpia del resentimiento del colonizado o del perteneciente a un mundo “periférico”. No podía desconocer esa situación quien llevaba en el cuerpo las marcas de la esclavitud. Su obra y su vida, sin embargo, fueron una dádiva libre a todos los hombres.

Publicado Por: Eduardo Chirinos.

Fuentes Bibliográficas

· Vitier. C (2010) SOBRE EL HUMANISMO DE JOSÉ MARTÍ. Blogger. http://pensamiento.conocimientos.com.ve/2010/01/sobre-el-humanismo-de-jose-marti.html

·  Alvarado. A (2009) Simón Rodríguez, su pensamiento y vigencia hoy. Aporrea. http://www.aporrea.org/tiburon/a83503.html

· Chirinos. R (2010) Pensamiento revolucionario de Simón Bolívar. Aporrea.  http://www.aporrea.org/actualidad/a114274.html

·     Ramírez. R () Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la educación y la cultura. Monografías. http://www.monografias.com/trabajos75/bolivar-marti-ideas-educacion-cultura/bolivar-marti-ideas-educacion-cultura2.shtml#ixzz4QmLIUhrZ

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